30/3/16

Manifiesto “Castelldefels con los refugiados“




La Unión Europea está mostrando de nuevo, mediante el actual tratado firmado con Turquía el pasado 18 de marzo de 2016, su incapacidad para dar una solución solidaria y basada en sus propios principios, por los que fue galardonada en 2012 con el Premio Nobel de la Paz, a los cientos de miles de personas refugiadas que están llegando a nuestro continente huyendo de la guerra o de las violaciones graves de derechos humanos que se cometen en sus países de origen.

La respuesta de la Unión Europea no se está centrando en abordar las necesidades apremiantes de los refugiados y de las refugiadas, sino sólo en la rápida expulsión de las mismas[. Se sigue sin hacer frente a los compromisos que le corresponden a Europa por sus obligaciones internacionales y por su riqueza económica, así como tampoco por las propias decisiones sobre reasentamiento de las personas refugiadas que sus estados miembros acordaron en el año 2015, las cuales eran claramente insuficientes en todo caso para las necesidades reales de las personas que buscan refugio, como lo son las 72.000 personas que como máximo se reasentarán según el nuevo acuerdo.

Aunque el tratado señala explícitamente que cualquier modalidad de implementación del mismo respetará la legislación internacional y europea, así como que se descarta toda expulsión colectiva y apresurada, no entendemos cómo será ello posible dada la velocidad de las devoluciones a suelo turco que se quieren llevar a cabo antes de haber hecho realmente operativas las medidas para que todas las personas con necesidad de protección internacional puedan ser realmente entrevistadas de forma individual para determinar si sus solicitudes pueden ser estudiadas en Grecia, así como para que puedan posteriormente, si ello es necesario, tener derecho a interponer un recurso antes de que tenga lugar cualquier devolución a Turquía. ACNUR señala como el acuerdo se está implementando en Grecia sin la puesta en marcha de las garantías exigidas, mientras se convierte a los anteriores centros de registro en instalaciones de detención. En este momento, Grecia no tiene la suficiente capacidad en las islas para evaluar las solicitudes de asilo, ni tampoco se dan las condiciones adecuadas para albergar de forma digna y segura a las personas mientras se toma una decisión sobre su solicitud de asilo.

El doble lenguaje de los dirigentes europeos no puede esconder las innumerables contradicciones del acuerdo alcanzado con Turquía para gestionar la crisis de los refugiados, a la que sólo denominan como crisis migratoria, para negarles el enfoque de derechos humanos a su problemática. Según Amnistía Internacional, el doble lenguaje de este acuerdo encubre los argumentos fallidos sobre los que se basa la tenaz determinación de la Unión Europea de dar la espalda a una crisis global de refugiados e ignorar obstinadamente sus obligaciones internacionales. Europa debe ayudar además de forma urgente y sin dilaciones a los miles de personas que se hacinan en fronteras, en ciudades como Atenas o en campos abarrotados como el de Idomeni, que no tiene las mínimas condiciones para la subsistencia.

La cifra de refugiados es asumible si los países europeos dan una respuesta común que implique distribuir a estas personas en relación al peso poblacional y al PIB de cada uno de sus miembros. Un millón (o incluso dos) de refugiados no es una invasión en un continente en el que viven 500 millones de personas.

Por otra parte, recordar que Turquía no es un país seguro para las personas refugiadas, y cualquier proceso de devolución que se base en esta idea será equivocado, ilegal e inmoral, da igual las garantías ‘fantasma’ que se indiquen. Así, en Turquía no se permite solicitar la condición de refugiado a los sirios, afganos o iraquíes, por ejemplo, dado que Turquía, pese a los avances habidos en este campo de protección de derechos a los sirios, aún excluye que las personas que no son europeas puedan beneficiarse de la condición de refugiados o refugiadas, por lo que no tienen los derechos que contempla la normativa internacional, y pueden ser devueltas a su país de origen pese a haber huido del mismo por miedo a que sus derechos fueran violados, como ya ha pasado tras la firma del acuerdo con Turquía. También vale la pena ver que, pese al enorme trabajo y esfuerzo económico que ha supuesto para Turquía hasta ahora la gestión de los campamentos de refugiados en sus fronteras, dicho estado ha sido parte del conflicto en diversos momentos, bombardeando algunas zonas del país, por lo cual las personas procedentes de las zonas afectadas por dichos bombardeos, que generalmente son de origen kurdo, no pueden percibir a Turquía como el país seguro que dicen que es las autoridades europeas, o cerrando fronteras cuando ello no está permitido.

Además de lo anterior, ha llegado la hora de exigir responsabilidades políticas y penales a aquellas autoridades europeas que han omitido el deber de socorro a miles de personas que se encuentran en peligro como también por el maltrato moral y físico a que son sometidos los refugiados que intentan salvar sus vidas o huir de la represión y el hambre cuando llegan a nuestro continente.
 


www.laprensamagazine.cat

No hay comentarios:

Publicar un comentario