Sala i Martin describe “El Choque Dialéctico que tuve con
Durao Barroso
Written by XSiM
Escrito por el propio Xavier Sala i Martin, en su web
personal el domingo 2 de febrero.
El
periodista de El Mundo destacado anualmente en el Foro Económico Mundial,
Carlos Segovia, revela en su edición de hoy (2-2-2014) que, en una sesión que tuvo lugar el pasado día 23 de
Enero en Davos, hubo un choque dialéctico entre el presidente de la
comisión europea, el portugués José Manuel Durao Barroso, y un servidor. Yo no tenía
intención de hacer público el intercambio, pero dado que El Mundo ha dado el
primer paso, dejadme que dé los detalles de lo que realmente pasó porqué lo que
explica el mundo no es del todo completo y las palabras que pone en mis labios
no son exactas.
El
tema de la sesión era el “renacimiento de Europa”.
La idea era debatir sobre si Europa estaba renaciendo de sus cenizas
económicas, políticas, culturales o artísticas y, en caso de que no lo esté
haciendo, qué deberíamos hacer entre todos para que lo haga. Entre los ponentes
había políticos (como el propio Durao Barroso), empresarios, artistas,
historiadores y economistas (como yo). Como presidente de la UE , Durao Barroso hizo un
discurso muy optimista en el que destacó los valores de la democracia y la
libertad en Europa. También señaló el grandioso éxito que ha representado la
constante expansión de UE: “hace
un año todo el mundo pensaba que Europa sería más pequeña porque habría países
como Grecia que saldrían y en cambio es más grande porque han entrado países
como Croacia y, otros, como Serbia, están a punto de hacerlo“. También señaló el deseo de que el proceso de integración de
Ucrania no se viera interrumpido por los recientes acontecimientos de Kiev.
Después
de Durao Barroso me tocó hablar a mi. Principalmente hablé de la crisis
económica y la competitividad de Europa. No tenía previsto hacerlo pero, al
escuchar el discurso de Durao Barroso, decidí añadir un comentario final. Yo
sabía que Durao Barroso era uno de los pocos dirigentes europeos que había
afirmado que si Catalunya votara a
favor de la independencia de España, automáticamente quedaría fuera de la Unión Europea y eso me pareció inconsistente con su discurso sobre el éxito que para Europa representaba la
incorporación de Serbia y Croacia. Y como estaba en la cosmopolita Davos donde
todas las ideas se pueden discutir educadamente, utilicé la última parte de mi
discurso para hacerle una pregunta al presidente de la UE. Mis palabras literales
fueron:
“Sr Durao Barroso, aplaudo y
comparto su discurso sobre las bondades de la democracia en Europa y entiendo
que saque pecho por el exitoso proceso de ampliación a países como Croacia y
Serbia. Es muy importante que Europa sea cada vez más grande, tenga cada vez
más ciudadanos y sea cada día más democrática. Pero hay una cosa que no
entiendo. Croacia y Serbia han conseguido la independencia a través de
sangrientas guerras, con abundantes crímenes contra la humanidad que están
siendo juzgados por el tribunal de la Haya. Como usted sabe (porque nos conocemos),
aunque yo esté en la delegación norteamericana, soy originario de Barcelona. Le
menciono este detalle porque mis compatriotas catalanes están pidiendo un
referéndum que les permita decidir si quieren seguir en España o prefieren ir
por otro camino. En medio de este proceso usted, señor Barroso, ha dicho que si
los catalanes votan a favor de la independencia, automáticamente quedarán fuera
de Europa. Yo tengo nada contra los ciudadanos de los Balcanes pero le pregunto: ¿De verdad que la Europa democrática de la
que usted se siente tan orgulloso es una Europa que celebra la incorporación de
países que consiguen la independencia a través de cruentas guerras pero amenaza
con la expulsión a quien busca lo mismo a través de los votos?” El público presente aplaudió.
Aunque
no estaba prevista su réplica, Durao Barroso se levantó rápidamente y, muy
amablemente, me contestó:
“Querido
Xavier, tu sabes que yo amo a Catalunya y a los catalanes. Y creo que los
Catalanes también lo saben. Lo único que yo he dicho es que la UE es una unión de estados y
quien forma parte de los tratados es el estado español por lo que, si Catalunya
pasara a ser un estado distinto de España, no podría formar parte automáticamente de la UE ”. Es más, añadió,“la
mayoría de instituciones internacionales, como las Naciones Unidas, también son
acuerdos entre estados y, por lo tanto, tienen el mismo problema.”
La
moderadora me concedió el derecho a réplica y me devolvió el micrófono:
“Señor Presidente, tiene razón
usted: la UE no es
la única institución internacional que tiene este problema. Es verdad que todos
los países que se han independizado violentamente acaban formando parte de las
Naciones Unidas con toda normalidad. Pero eso no debería ser motivo de orgullo
sino de vergüenza, no solo para la
UE sino para toda la humanidad. ¿No va siendo hora de que,
como seres humanos libres y democráticos, empecemos a rechazar las fronteras
trazadas con sangre y violencia y a aceptar las que se dibujan con los votos de
los ciudadanos? Yo
creo que sí. Es más, pienso que como en tantas otras ocasiones a lo largo de la
historia, ese proceso debería ser liderado por Europa. Esa podría ser una de
las bases sobre las que se fundamente el nuevo renacimiento de Europa”
Y
añadí: “Dicho esto,
es verdad que la UE
es una unión de estados pero los tratados no están escritos en piedra. Es más, detrás de esos estados
están las personas y ahora hay 7 millones ciudadanos europeos, que tienen un
pasaporte granate en cuya tapa delantera están escritas las palabras Unión
Europea, y que usted amenaza con expulsar. Cuando esos ciudadanos le pregunten a usted,
¿por qué me quitan la ciudadanía europea y se la dan a Serbios y Croatas?´,
usted les va a tener que responder: ¡es que vosotros tuvisteis la osadía de
votar y eso, los tratados europeos no lo toleran!´ Y cuando lo haga, ¿cómo cree que
el resto del mundo valorará los valores democráticos de la nueva Europa de la
que usted se siente tan orgulloso? ¿Es esa la Europa que están ustedes haciendo renacer? Porqué
si lo es, el primero que no quiere ser europeo soy yo”. El público guardó un incómodo
silencio hasta que la moderadora dio paso al siguiente ponente.
Al
acabar la sesión, Durao Barroso se acercó a mi mesa y se sentó a mi lado.
Hablamos durante un buen rato… aunque esa conversación es privada y no voy a revelar
su contenido. Ni siquiera si El Mundo la desvela primero.
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