Por culpa de políticos
estúpidos que dictan normas y leyes estúpidas, pero no pasan hambre, mucha gente no tiene qué comer mientras las
grandes superficies tiran toneladas de alimentos cada noche.
Mientras muchos ciudadanos están pasando dificultades y les cuesta adquirir
los alimentos necesarios para llenar los platos de sus familiares cada día, un
gran porcentaje de los alimentos cuya fecha de caducidad impide que sean
comercializados en comercios y grandes superficies, se tira literalmente a la
basura. Por eso quiero participar en la difusión de una iniciativa para que los supermercados no desperdicien alimentos.
Por lo visto, un informe del Ministerio de Agricultura, Alimentación y
Medio Ambiente ha constatado que de todos los alimentos que se deben retirar
por estar próxima o vencida la fecha de caducidad, solamente un 20% son entregados a una ONG o al Banco de Alimentos,
y el 80% restante, se tiran a la basura. En ese momento entran en acción las
personas que buscan en los contenedores para seleccionar entre los desperdicios
con qué van a alimentarse.
Sobre este tema se dan en nuestro país auténticas situaciones dramáticas.
Mientras que algunos ciudadanos se
están alimentando con productos caducados y en dudosas condiciones sanitarias
e incluso se dan casos de mafias que buscan esos alimentos en la basura
para revenderlos, la dificultad para donar los alimentos que tienen los
comercios hace que se desperdicien diariamente toneladas de alimentos que
podrían ayudar a comedores sociales, centros de acogida, ONG y al Banco de
Alimentos.
SON LAS LEYES, ESTÚPIDOS, SON LAS LEYES.
Parece ser que lo de entregar los
alimentos sobrantes no es tan sencillo como aparentemente parece, porque
la Ley no lo permite ya que los pequeños supermercados no cuentan con
furgonetas con equipos de frío y conservación para llevar los productos a los
Bancos de Alimentos. Además este problema se da también en los restaurantes que
tienen que tirar muchos alimentos excedentes de sus cocinas.
Pese a no estar permitido, varias Asociaciones
vecinales de Barcelona, Madrid y Bilbao recogen los alimentos frescos de
los supermercados y los distribuyen entre las familias que lo necesitan. Al no
poder recoger la comida con furgonetas, la recogen como si estuvieran haciendo
la compra y cuando pasan por caja no pagan, repartiéndola entre familias sin
recursos.
Por todo lo anterior, el objetivo
está en conseguir que se flexibilice la normativa para que todos los alimentos
que se desechan al no poder donarse puedan ser aprovechados. Para
conseguirlo, se podrían utilizar numerosas opciones: desde un Servicio
municipal o estatal de recogidas que hiciera una ruta para retirar los
alimentos que aún estén aptos para el consumo, pero con fecha cercana de
caducidad, a que lo recogieran personalmente las Asociaciones de vecinos y ONG
que estuvieran acreditadas para este menester.
En este sentido, ya se han dado iniciativas similares como la del Ayuntamiento de Girona que por un
lado pretendía poner candados a los contenedores próximos a los supermercados
para evitar que la gente buscara en ellos los alimentos y simultáneamente,
alcanzaba un acuerdo con 3 cadenas de
supermercados para que enviasen los alimentos a un Centro de
Distribución de Alimentos.
Así quieren mejorar las condiciones sanitarias de los que comían buscando
entre los desperdicios, y además mediante ese Centro de distribución procuraría
cestas de urgencia con comida a
los que lo necesitasen. Además el proyecto prevé la creación de un servicio de
asistencia social que haga el seguimiento de los usuarios, a los que se
garantizaría el anonimato.
Por otra parte el Parlamento Europeo ha iniciado una serie de acciones para
evitar el desperdicio de alimentos. Desde 2013 se revisarán los envases con el objeto de reducir el desperdicio a la
mitad en el año 2025. Nuestro Gobierno, en el marco de esa política
europea ha declarado que se está realizando un esfuerzo para evitar ese
derroche de alimentos, en el contexto de la situación de crisis actual, así
como que se promoverán nuevas tecnologías de conservación que permitan mejor
aprovechamiento de los alimentos. Realmente nadie sabe en qué se traducirá todo
esto en la vida real.
En todo caso es un gran disparate que se mantenga esta situación que
resulta absurda: alimentos que se tiran, y gente pasando hambre.
Seguramente la iniciativa para
flexibilizar la normativa y que así los supermercados no desperdicien alimentos,
puede ser un primer paso. Pero algo más habrá que hacer para evitar este
problema. Por ejemplo, suprimir el sueldo a los políticos y que de una vez
sepan qué es pasar hambre
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