Sucedió el 1 de abril pasado. Sobre las 6.30 horas, Sergio M., de 20 años y con numerosos antecedentes por peleas y lesiones, se apeó del tren en la estación de Castelldefels, tras accionar el freno de emergencia. Sorprendidos, los vigilantes del tren se bajaron y corrieron detrás de él, sin llegar a alcanzarlo. Sergio M. huyó saltando la valla de la estación. Lo único que consiguió uno de los perseguidores fue cogerle de la camisa y arrancársela.
El acusado, lejos de marcharse, volvió a la estación donde intentó de nuevo entrar en el andén. Rafael, el vigilante de seguridad de Prosegur que prestaba sus servicios en la estación de Castelldefels, le descubrió y le recriminó su acción, cosa ésta que dio inicio inició a una discusión, según explica la fiscalía. De las palabras se pasó al forcejeo. En la parte exterior de la entrada de la estación, los dos cayeron al suelo y el imputado, «con el ánimo de menoscabar la integridad física» del vigilante, golpeó repetidamente al guardia en la cara y en la parte superior del torso con puños, piernas y rodillas. Rafael, el vigilante de seguridad, sufrió multitud de heridas. Todas estas lesiones, así como la enfermedad del corazón que padecía desde hacía tiempo y la intensidad del forcejeo que mantuvo con el acusado, provocaron en la víctima, de 44 años, un estado de estrés que acabó con su vida.
Acusación por un delito de homicidio imprudente y cuatro años de prisión para Sergio M. G., es lo que exige la fiscalía en el escrito que ha remitido al juzgado de Gavà, que ha investigado el suceso, solicitando además el pago de una indemnización de casi 200.000 euros. En su opinión, las lesiones padecidas, su cardiopatía isquémica severa y la intensidad de forcejeo con el acusado provocaron una situación de estrés en la víctima, hasta el punto de caer al suelo desplomado.
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