Francisco Javier Zudaire
Periodista
El Periódico de Catalunya
Me
alegraré que al recibo de ésta se encuentre bien. Dentro de un orden, y
enseguida me explico.
Aquí
todo sigue igual, mantenemos la media de casi un escándalo diario, pero eso ya
lo sabe su majestad por proximidad descendente, si no directa, bien arrimada.
Tampoco hay demasiada originalidad en ello, hemos llegado a un estado, y a un
Estado, en que cualquiera tiene un conocido sinvergüenza o amigo desahogado:
para tanto y más da la materia prima de la corrupción.
Me
ha asombrado saber que ya no le duele nada, aunque luego entendí su exclusiva
referencia a los males físicos, y ahora habrá de regresar a convivir entre los
descalabros morales que, como decía con sorna Wilde, son aquellos de los que no
nos libra ni Dios. Dicho sea con todo el respeto. No afirme, ni en broma, que
vive sin dolor, son tiempos de no hacer mudanza, aun con las palabras: a usted
le tiene que doler este país, que para eso está arriba, observando cómo se
desborda la porquería y rebosan las tuberías, porque cloacas y mierda siempre
la ha habido, pero este hedor resulta insoportable.
Señor,
yo no sé de reyes, hablo de oídas, no he llegado ni a rey de la baraja y me he
quedado en un inútil dos de bastos, que no sirve ni para ganar la chiquita en
el mus, pero me atrevo a opinar porque en este país son incontables los
personajes que opinan de todo sin tener puta idea de nada, y a ver por qué me
habría de privar yo. ¿No le parece?
No
entiendo tampoco de repúblicas, no he vivido en ninguna de ellas, si bien me da
el barrunto que tampoco en esas ínsulas se atan los perros con longaniza; lo
que pasa es que cuando un motor renquea, apetece otro nuevo, y a ese carro se
apuntan y nos apuntamos mucha gente que estamos hasta los mismísimos. No tanto
porque la alternativa será el bálsamo de Fierabrás, cuanto por variar, a ver si
así¿
En
eso, uno pertenece al cajón de los escépticos, pregunte a Ptolomeo de Cirene,
estantería filosófica del carpe diem. El modus, traducido, no tiene más
interpretación que ser consciente de que mande Juan, Carlos o Juan Carlos me
van a dar lo mismo, o sea, nada de nada. No es malo tener ilusiones y pensar
que lo soñado será mejor. En mi caso, ya digo, tarde es Pedro para cabrero.
Lo
que sé, consecuencia de haber vivido, es que esperamos mucho más de quienes
tienen responsabilidades y ahí, ya ve, me entra también su majestad. Porque ser
rey para no darles cuatro hostias, siquiera dialécticas, a los políticos que
nos malgobiernan y no reprocharles sus comportamientos fraudulentos, no
obligarlos a hacer frente común y recio para salir de ésta, y por el bien
general, me parece fatal.
Al
menos intentarlo, y no permanecer impasibles, o a la contra, cuando a diario se
tira la gente por la ventana, desesperada, o se va al paro y a comer miseria de
un contenedor.
Cuando
eso pasa, necesitamos una reacción de cabo a rabo, y no sé si su majestad es
cabo o rabo, pero es evidente que puede ayudar a deshacer el nudo de la cuerda.
Y
vamos a olvidarnos del 23-F y de otras cojonadas que no hacen al caso; yo
también saqué un 10 en matemáticas en segundo de bachillerato y no me he pasado
la vida contándolo y viviendo de ese rédito, bien que inédito, porque mi
incompatibilidad con Pitágoras y sus boys es flagrante y constante. Estamos en
el XXI, majestad, reivindíquese a sí mismo, así sea por llevar la contraria a
quienes lo sitúan en la cola del Inem, y ponga un poco de orden entre esa banda
que asegura respetarle.
P.D.
Luego ya hablaremos de lo suyo.
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