24/7/13

POLÍTICOS: ¿HASTA CUÁNDO?


RODRIGO MESTRE   
Periodista



No es desde hace poco tiempo. La corrupción golpea el sistema democrático desde hace treinta y cinco años. Son los herederos de un sistema dictador y corrupto pero en aquel sistema del dictador eran muchos menos a repartir prebendas en metálico según sus méritos y muchos a recibir doctrinas orquestadas como que la capital del estado era el ombligo del mundo. Muchos hijos y nietos de aquella ralea aún lo mantienen. Aquello fue una dictadura, actualmente es un golpe de Estado cultural, blando y opaco por la mayoría del partido derechista, imponiendo el pensamiento único de riqueza fácil con mucho beneficio y privatización del poder. Todo lo que rezume humanismo, colaboración, respeto, honestidad e ir “con la verdad por delante”, eso… eso es obsoleto: ¡Gilipollas¡

Los señores mal llamados “padres de la Constitución “hicieron un apaño para una sociedad que ya no se contentaba con cambiar mucho para que casi todo siguiera igual y que, poco a poco según fuera creciendo el monstruo y quisiera intervenir protestando, se le pudiera otorgar “el café para todos” y disimulando, con opacidad siempre, desequilibrar todos los derechos históricos que dos o tres partes del país merecían adjudicarse por diferentes cauces, merecimientos y prebendas. La desigualdad producida durante estos años poco a poco ha ido minando la credulidad de los políticos para acabar en un hundimiento capaz de llevarse por delante  cualquier confianza de los ciudadanos en los partidos políticos, que nadie desvela pero todo el mundo intuye  como se financian sus corrales para hacer mucho ruido, prometiendo cosas en los mítines de las elecciones  y luego si lo he dicho no me acuerdo y las excusas fáciles de que “en aquellos momentos circunstancias políticas mandaban”. Entonces, ya nos sentimos tan engañados que nos preguntamos ¿hasta cuándo?

Orwell escribió: la política es una masa de mentiras, evasivas, estupideces, odios y esquizofrenias. Ahí están. Lo cierto es que la fragilidad del comportamiento de Rajoy está al límite como presidente de gobierno. Hoy parece que no tiene el monopolio de las decisiones ni la opacidad de las acciones supuestamente impresentables. Incluso aunque no hayan perdido el instinto de controlar los medios de comunicación, léase como ejemplos el diario La Razón o T.V.E., aun que tropiecen con las verdades que suministran en abundancia las redes sociales por internet.

El bochorno moral por la guerra a muerte de la cultura del dinero y la democracia con el Estado de bienestar y los derechos individuales como víctimas principales no se quiere explicar de verdad ni desde el Parlamento. La alternancia del poder, democráticamente hablando, es buena, lo mejor añado yo. Pero por todo lo acontecido parece que es lo peor que pasa porque se turnan para enriquecerse y crear leyes que les protejan a ellos no a los ciudadanos. Los distintos correveidile señalan a los imputados de sus adversarios en las mismas ruedas de prensa en las que justifican a los suyos. El mismo presidente del Gobierno se parapeta en una pantalla de plasma para leer lo injustificable y así, de esta manera, no permitir, obviar, preguntas que les pueden hacer los periodistas que no estén pactadas y si no colar una pregunta de un periodista afín a su partido o a algún periódico muy destacado alabando sus ideas y forma de proceder. Necesitan un zarandeo. Provocan sus actuaciones sonrojo en el extranjero, zozobra al hacer colar verdades de sus mentiras. Eso sí, nadie dimite.

Pero nadie. Desde los tiempos del aceite de Colza y los “bichitos” del ministro de turno, pasando por los GAL de Don Felipe González y su mareo con FILESA y el prófugo y encarcelado, más tarde, Roldán.  El Presidente Aznar con el caso Naseiro, la guerra de Irak y el vertedero de mentiras dos días antes de perder las elecciones que atribuían a ETA el atentado y no se daban cuenta que hasta el último de la clase sabía que se olía otra cosa. Añadamos los casos de sus autonomías: el hundimiento del Prestige con el chapapote de Galicia, los militares fallecidos en el Yak-42, el metro de Valencia. Sé que hay más y, como pocos, tantos como gobiernos de autonomías hay: diecisiete. Los ERE y Mercase villa en Andalucía, por no citar Gurtel, el accidente del metropolitano, el caso Fabra y su aeropuerto en Castellón y Valencia. Banca Catalana desde los inicios de Jordi Pujol, el caso Palau, caso Pretoria, las I.T.V y la red de espionaje en Catalunya. No digamos en Palma de Mallorca con el caso NOOS, del yerno del Rey, Urdangarín, y el gran caos de inversión con Jaume Matas con la Sra. Munar. No sólo de Barcenas hemos de hablar ahora. Desde el acobardamiento de ETA, se nota que las pistolas acojonan y se tarda mucho a que desaparezcan del todo. La soberbia de Madrid en todos los aspectos, sean unos u otros, cuando se gobierna con mayoría absoluta manejan las palabras y los asuntos de dinero saliendo barriobajeros y de las cloacas.  Utilizar a víctimas del terror es malo.

No hay, ni tengo sugerencias para cambiar España. Si que tengo para cambiar mi país. No voy a caer en la tentación de explicar que en España todos los políticos son los corruptos y el resto somos unos seres inmaculados. Pero me doy cuenta que últimamente los del PP nos mienten convencidos de que dicen la verdad. Todo lo que hacen es correcto y lo hace POR NUESTRO BIEN. ¡Toma ya¡ La mentira ha recorrido la historia confundiendo a las gentes hasta el punto de convertirse en muchos casos como única herramienta de gobierno.

La corrupción nace de la mentira pero se hace desde la falta de principios, de estudios, de moral, de ética y de cultura democrática. La opacidad viene de las cuevas de los partidos. Aquí, desde el principio de la nueva democracia, para favorecer a U.C.D (Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez) se nos engañó con las leyes que rigen los votos directos a los partidos, no les interesó que los votos fueran a las personas y sus circunscripciones. Les interesaba entonces para desbancar el auge comunista -les salió rana a los de izquierdas- pero cuando vieron, los del P.S.O.E., la posibilidad de ganar las elecciones con Felipe González, tampoco cambiaron la ley y así sucesivamente nos vamos tragando la ley de Hont, y todos a la chita callando siendo felices con el ahora tú y el ahora yo. Por eso de tanto que se han engañado a sí mismos han perdido el mundo y la realidad común de vista.

Se enrocan no pudiendo aceptar que ya nadie les crea, que no se les tenga confianza. Normalmente a un político se le elige para representar y gobernar. Si por su presente o por su pasado los ciudadanos dejan de confiar en él el político ha de darse cuenta y retirarse sin esperar nuevas elecciones. Lo de dar un portazo a la información desde hace meses es un gesto que desagrada a todos los ciudadanos (que no son estrictamente los que le han votado) hay que dar explicaciones y excusas necesarias. La democracia puede ahora, por lo visto, valorarse en mentiras y con dinero fácil. ¿Hasta cuándo?


     
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