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Leo no comprendía los pitos a Ronaldinho. Messi no podía entender que el público del Camp Nou increpase al futbolista que había rescatado al club de las tinieblas, al mejor del mundo, al que le había enseñado a competir. Miraba a su alrededor y se preguntaba si alguno de los que pitaba entendía que Ronaldinho sencillamente era el mejor, que estaban silbando al número 1.
Ronnie necesitaba el contacto con la gente. En vez de montar
sus fiestas en casa bajaba a Castelldefels a tocar los bongos porque nunca
quiso esconder su estilo de vida. Pero siempre vivió igual. Cuando marcaba
goles a las doce de la noche y ponía en pie al socio del bigote del Bernabéu o
cuando la gente se cansó de esperar y mediáticamente se empezó a perseguir al
brasileño.
Leo Messi recuerda que todo empezó con dudas entre la
directiva, no hablaban públicamente pero filtraban a la prensa. A él le ha pasado
este año. El vicepresidente Javier Faus se permitió decir que no había razones
para mejorar el contrato de Leo Messi y la respuesta del argentino fue
inmediata: "No entiende de fútbol". Porque esa es la vara de medir de
Leo, los que entienden de fútbol y los que no.
"A mí no me pasará, antes de que me piten me iré",
me dijo Leo cuando Ronaldinho volaba hacia Milan. Siempre ha tenido carácter el
rosarino. No se crean a los que dicen que es una persona de perfil bajo. Es
verdad que Leo Messi es feliz en Barcelona y que hasta ahora su vida ha sido
fácil, también es cierto que hasta este año el Barça era su refugio
futbolístico, el club y el equipo que le protegían cuando regresaba machacado
de sus viajes con la selección argentina donde sentía que no le querían.
Ahora en Argentina le adoran y tiene la sensación de que en
Barcelona podrían haberse cansado de él. No todos. Quizá sólo esa parte del
entorno que empujó a Ronaldinho, pocos, pero suficientes. Los mismos que hacen
que Rodrigo Messi se enfade, parecidos a los que hace unos años mantearon al
padre de Leo tras ganar la Copa Intercontinental en Tokio y ahora le tildan
de mercenario.
Está en manos de Luis Enrique cambiar esa percepción de
Messi. Está en su fuerza hacerle entender a Leo que todas las decisiones que se
tomen a partir de ahora tienen como principal objetivo que vuelva a ser un
futbolista estratosférico, no sólo el mejor de los humanos. Las sensaciones son
parecidas a la llegada de Pep Guardiola al Barça.
Messi se marchó entonces a los JJOO de Beijing con Deco y
Ronaldinho expulsados del equipo y con noticias interesadas que hablaban de un
Pep intransigente y duro. Guardiola se ganó a Messi dándole libertad primero
para participar en los JJOO, después poniendo el equipo a su servicio. Lucho tendrá
que ser más convincente porque Leo ahora tiene más experiencias vividas, es más
exigente.
A Leo Messi una mejora de contrato no le cambia la
percepción de la situación, él no lleva las cuentas ni de sus ingresos ni de
sus impuestos. Leo necesita sentirse querido y que otra vez se hable su
lenguaje futbolístico. Sí, es clasista Leo, su vara de medir es el fútbol.
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